Autores:
Mª Angeles Idiazábal Alecha, Marina Saperas Rodríguez.
Institución
/ Centro de trabajo:
Instituto Neurocognitivo INCIA. Clínica Nuestra Señora del Pilar.
Barcelona.
El
Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) es un déficit innato y
específico del desarrollo, adquisición y manejo del código del
lenguaje. Se trata de todo inicio retrasado y todo desarrollo lento del
lenguaje que no pueda ponerse en relación con un déficit sensorial o
motor, ni con deficiencia mental, ni con retrasos psicopatológicos, ni
con privación socio-afectiva ni con lesiones o disfunciones cerebrales
evidentes. En las últimas décadas se han llevado a cabo importantes
progresos a la hora de comprender la etiología de los TEL y en la
actualidad se admite claramente que las causas de los TEL son
predominantemente neurobiológicas jugando los genes un papel
substancial. Son numerosos los trabajos que han puesto de manifiesto
alteraciones tanto en la neuroimagen como en los estudios
neurofisiológicos (electroencefalograma, magnetoencefalograma y en los
registros mediante potenciales evocados cognitivos).
En la actualidad la naturaleza neurobiológica de los TEL es
indiscutible, sin embargo, hemos hecho escasos progresos a la hora
comprender las bases neurológicas de los TEL. Estudios con resonancia
magnética en sujetos con TEL han evidenciado una pérdida de la
asimetría normal en la anatomía cerebral de las regiones infrasilvianas
posteriores en ambos hemisferios y de las regiones infrasilviana
anterior y parietal inferior en el hemisferio izquierdo. Estos
hallazgos parecen indicar que los hemisferios cerebrales de los sujetos
con TEL, considerados como grupo, presentan un volumen disminuido del
lado izquierdo con respecto al derecho e, incluso en algunos casos, a
favor del derecho, mientras que en la población general la asimetría
interhemisférica favorece al hemisferio izquierdo. Otros estudios han
descrito la existencia de una disminución del volumen
cerebral global asociado a el TEL, mientras que
otros estudios realizados recientementes describen justo lo contrario.
También se han descrito en pacientes adultos con TEL
alteraciones en el desarrollo en regiones del giro cortical frontal y
temporal con más frecuencia que en individuos no afectados. Como vemos
hay una amplia variación en los resultados obtenidos a partir de
estudios de neuroimagen.
Potenciales evocados cognitivos
como indicadores del procesamiento auditivo:
La
discrepancia de los hallazgos mediante el estudio morfológico y
funcional descritos hasta ahora sugiere que necesitamos utilizar
métodos de estudio que nos permitan identificar anormalidades
neurobiológicas a nivel individual, más que promediar resultados a
través de grupos. Por otra parte y como ya hemos comentado
anteriormente los niños con TEL muestran déficits perceptivos, bien
documentados a nivel conductual, para estímulos auditivos verbales y no
verbales, especialmente si estos estímulos ocurren en secuencias
rápidas. Ha sido una cuestión controvertida durante los últimos años,
saber si se trata de un déficit específico del habla o de un déficit
del procesamiento auditivo general. Podemos preguntarnos si este
déficit a nivel conductual, se debe a una alteración en el
almacenamiento de la información sensorial o si se debe a problemas a
niveles superiores de procesamiento. Como esta pregunta no puede ser
fácilmente respondida por experimentos conductuales, el uso de estudios
electrofisiológicos mediante los Potenciales Evocados Cognitivos (PECs)
puede ser un método útil para evaluar la percepción auditiva y del
lenguaje en niños con TEL a diferentes niveles de procesamiento.
Mediante los PECs podemos obtener un índice de la respuesta cerebral
ante estímulos auditivos en tiempo real a la vez que disminuimos las
demandas de rendimiento en el niño.
Numerosos estudios han evaluado los PECs auditivos provocados de forma
pasiva en niños con TEL versus controles, centrando el análisis en
comparar la amplitud y la latencia media de los componentes P1, N1 y P2
entre ambos grupos. Los componentes P1, N1 y P2 han sido un importante
foco de atención para los investigadores porque representan las etapas
más tempranas del procesamiento en el córtex auditivo. Si pudiesemos
demostrar respuestas cerebrales anormales a este nivel tendríamos
evidencias contra la visión de que las anomalías preceptúales en el TEL
están confinadas a estímulos lingüísticamente relevantes.
Korpilahti y Lang (1994) evidenciaron un retraso
significativo en la latencia del componente N2 en l4 niños con TEL
respecto a un grupo control de 12 niños. Estos autores no fueron
capaces de comparar los componentes N1 y P2 en su estudio porqué
utilizaron un ritmo rápido de presentación de los estímulos auditivos
(intervalo interestímulo de 450 ms) y estos componentes pueden no estar
presentes con intervalos interestímulos tan cortos. Sin embargo,
Tonnquist-Uhlén y col. sí que describieron un retraso en la
latencia de los componentes N1 y P2 en los niños con TEL comparados con
los del grupo control. Cuando la información en la latencia del
componente N1, la amplitud y la topografía se combinaban, la mayoría de
aquellos que tenían resultados anormales estaban en el grupo de los
TEL. Una característica interesante de estos datos es que en el grupo
control la latencia de la N1 disminuía con la edad (de 9 a 15 años),
cosa que no sucedía en los niños con TEL, y esto era debido a que las
latencias del componente N1 de los niños con TEL de mayor
edad (de 13 a 16 años) eran más similares a las de los niños
control más jóvenes que a los de su propio grupo de edad. Los autores
sugirieron que esto podía indicar un retraso en la maduración. La
maduración retrasada fue además sugerida como una explicación de los
hallazgos de Jirsa y Clontz, que estudiaron un grupo de niños con
alteraciones del lenguaje y con puntuaciones bajas en una batería de
tests conductuales sobre procesamiento central auditivo. A diferencia
de otros estudios revisados, estos autores utilizaron un paradigma
activo, registrando los PECs cuando los niños apretaban un botón al
detectar un tono infrecuente. Hallaron que 12 de los 18 niños con TEL
presentaban un incremento de la latencia del componente N1 respecto a
los controles y que 8 de ellos tenían retrasos en la latencia del
componente P2. Ningún control tenía anomalías en la latencia N1 y sólo
uno tenía anomalía en la latencia del componente P2. Otros autores,
utilizando un paradigma activo similar no encontraron diferencias en
los componentes N1 y P2 en una comparación de 10 niños con TEL y 10
niños control con edades comprendidas entre los 10 y los 14 años. La
inconsistencia de estos hallazgos podría reflejar la heterogeneidad en
la población de niños con TEL incluidos en cada trabajo. En un
experimento complejo donde los tonos eran presentados con diferentes
intervalos interestímulo, hallaron que no había una diferencia general
entre 22 niños con TEL y 12 niños control en cuanto a la amplitud o
latencia de N1 y P2. Sin embargo, cuando los niños eran subdivididos en
función de su rendimiento en una tarea de procesamiento auditivo
temporal, aquellos que puntuaban bajo en la realización de la tarea, sí
que presentaban una alteración del componente N1 de los PECs.
Esto sostiene la idea de que necesitamos alejarnos de los análisis
grupales y desarrollar métodos para identificar anomalías en los PECs
de los niños de manera individual.
McArthur y Bishop, compararon adolescentes jóvenes con TEL (alrededor
de los 13 años de edad) con adolescentes con TEL de mayor edad
(alrededor de los 17 años de edad) con sujetos control mediante el
registro de PECs auditivos utilizando como estímulos tonos puros de 25
y 250 milisegundos, vocales y tonos complejos no harmónicos. Los
autores encontraron que los componentes N1-P2 y N2 de los PECs para los
tonos puros estaban alterados en los TEL de ambos grupos de edad. Del
mismo modo encontraron alteraciones en el procesamiento cognitivo de
tonos no harmónicos y vocales en ambos grupos de pacientes con TEL
respecto a los grupos control.
Analizar los PECs auditivos en niños de manera individual es
complicado, ya que cuando los estímulos se presentan con una frecuencia
de presentación rápida, los picos N1 y P2 a menudo no se observan en
los PECs de niños por debajo de los 12 años de edad. Así, si queremos
estudiar respuestas corticales tempranas a sonidos en niños,
necesitaríamos un método que no dependa de la identificación
de picos o componentes concretos de los PECs. Con éste
objetivo McArthur y Bishop (2007) utilizaron el estadístico de
correlación intraclase (ICC) para analizar los PECs auditivos y poder
establecer hasta qué punto la curva de un niño era apropiada para su
edad, sin requerir la identificación de picos específicos y cuantificar
el alcance de similitud entre un PEC auditivo individual y un gran
promedio normativo. En su estudio utilizaron una muestra de niños con
edades comprendidas entre los cinco y los diez años y encontraron
diferencias entre los niños con TEL y los controles en los PECs
tempranos (entre los 100 y 228 ms), al igual que los resultados que
estos mismos autores encontraron al estudiar niños mayores. A
pesar de esta diferencia grupal, una proporción sustancial de niños con
TEL tenían curvas apropiadas para su edad en este intervalo de tiempo.
Sus estudios sugieren que la medida ICC puede ser más sensible que las
medidas convencionales de latencia y amplitud de picos para identificar
casos donde el PEC auditivo no es apropiado para la edad. Este estudio
confirma también la idea de que los niños con TEL son un grupo
heterogéneo, presentando algunos de ellos PEC auditivos normales y
otros alterados respecto a los controles. Si las curvas atípicas
caracterizan sólo un subtipo de los TEL, deberíamos identificar las
características de estos niños que presentan curvas atípicas y así
podríamos reducir la heterogeneidad en estudios futuros.
Estos autores la única diferencia que encontraron entre los niños con
curvas típicas (normales) y atípicas era en términos de subtipos de
TEL: aquellos con TEL expresivo eran más parecidos a los controles,
mientras que los niños con problemas puramente receptivos diferían
significativamente de los controles. La relación entre los PECs
auditivos atípicos y el TEL receptivo podría ser un indicador de una
función anormal por parte del córtex auditivo, lo cual llevaría a una
alteración en la discriminación del habla.
Se necesitan más estudios para aclarar la repercusión de presentar
alteración en los PECs auditivos sobre el procesamiento auditivo del
lenguaje. Es posible que los PECs atípicos reflejen modelos inusuales
de morfología cerebral subyacente. El análisis ICC junto con el estudio
de los mapas cerebrales, muestra una lateralización atípica de las
respuestas cerebrales a los sonidos en algunos niños con TEL. Además,
la lateralización atípica de los PECs ha sido descrita en niños que
tienen un riesgo familiar para desarrollar un TEL. Este efecto de
lateralidad (ICCs más bajos en TEL en las regiones fronto-centrales de
hemisferio derecho y no del hemisferio izquierdo) es consistente con
otros muchos estudios que han descrito una alteración en la
lateralización cerebral en algunos casos de TEL utilizando medidas
cerebrales estructurales o funcionales.
Habría tres tipos de explicación para el desarrollo de los TEL. La
primera, que podemos llamar la hipótesis del “cerebro atípico” mantiene
que el cerebro no está óptimamente “conectado” para el aprendizaje del
lenguaje. De acuerdo con esta visión, la organización cerebral en
algunos niños con TEL es cualitativamente diferente de la que se da en
el desarrollo normal, presumiblemente debido a influencias genéticas en
el desarrollo cerebral prenatal. Una hipótesis alternativa mantiene que
las diferencias cerebrales entre niños con TEL y controles no son una
causa sino una consecuencia del trastorno del lenguaje: si las señales
verbales no tienen sentido para el niño, las redes para el
procesamiento lingüístico pueden mostrar un desarrollo aberrante. Los
hallazgos mediante PEC muestran evidencias contra ésta hipótesis, ya
que (a) sólo un subtipo de casos con TEL receptivo tiene PECs
alterados y (b) los PEC auditivos anormales aparecen tanto como
respuesta a estímulos verbales como a sonidos no verbales. Una última
hipótesis sería la del “retraso madurativo” que mantiene que las
diferencias electrofisiológicas en las respuestas auditivas de niños
con TEL versus niños control son indicadores de una inmadurez del
desarrollo neuronal, más que la existencia de diferencias estables en
la estructura cerebral subyacente. De momento, sabemos que las
comisuras cerebrales siguen mielinizándose durante la infancia. Es
posible que las diferencias en la lateralización entre TEL receptivo y
niños con desarrollo normal, refleje algún retraso en la maduración de
la transmisión interhemisférica.
Bishop y McArthur (2005) argumentaron a favor de un modelo del retraso
madurativo, basándose en que los PECs auditivos de los adolescentes con
TEL eran más similares a los de los más jóvenes con desarrollo normal
que a los de los controles de su misma edad. Estudios adicionales con
niños con TEL mayores de 12 años de edad serían también de gran
interés, sabiendo que los PECs cambian radicalmente alrededor de la
adolescencia. Un modelo madurativo sugiere que los niños con TEL pueden
mostrar un cambio hacia un modelo de PECs más maduro a una edad mayor
de lo habitual.
Otros estudios neurofisiológicos del procesamiento auditivo en los TEL
se han realizado mediante el Potencial de Disparidad o Mismatch
negativity (MMN). La MMN es un componente del PE auditivo que refleja
el resultado de un proceso automático de comparación entre estímulos
acústicos. Puede ser considerado como una representación de la memoria
sensorial. El MMN es típicamente provocado por la presencia de
ocasionales estímulos “no frecuentes” en una secuencia de sonidos
“estándar o frecuentes”. El sonido “no frecuente” puede diferir del
“frecuente” en frecuencia, duración, intensidad o incluso
características más complejas. Para la obtención del potencial MMN no
es necesario que el sujeto preste atención a los estímulos, por lo que
el estudio mediante la MMN del procesamiento auditivo en niños con TEL
puede ser de gran utilidad ya que muchos de estos niños tienen además
problemas de atención o pueden tener problemas a la hora de comprender
instrucciones verbales.
Son pocos los estudios en niño con TEL utilizando el componente MMN de
los PECs. Korpilahti and Lang describieron una disminución de la
amplitud de la MMN en dos grupos de niños con TEL con edades
comprendidas entre los 7 y 13 años y entre los 3 y 6 años de edad.
Numerosos estudios han mostrado una estrecha correlación
entre los parámetros electrofisiológicos obtenidos mediante la MMN y
las medidas conductuales de discriminación de estímulos. Uwer y col.
estudiaron la relación entre la discriminación automática evaluada
mediante la MMN y las habilidades discriminativas a nivel conductual
para determinar la utilidad de la MMN en evaluaciones tempranas de los
trastornos del lenguaje. El experimento de PECs consistía en la
presentación de estímulos consistentes en tonos y de estímulos verbales
(sílabas como da/ga/ba) a niños control y a niños con TEL, un subgrupo
se trataba de niños con TEL expresivo y otro receptivo. Los autores
encontraron diferencias significativas entre los niños con TEL y los
niños control con desarrollo normal, únicamente en la MMN evocada por
estímulos verbales (sílabas), mientras que no había diferencias entre
ambos grupos (TEL y controles) cuando los estímulos eran
tonos. Los dos subgrupos de niños con TEL (expresivo y
receptivo), sin embargo, no presentaban diferencias significativas
entre ellos. Según este estudio los niños con TEL presentarían un
déficit en el procesamiento automático de diferentes estímulos
verbales, mientras que su habilidad para procesar diferencias en tonos
simples de manera automática estaría intacta. El hecho de que
los niños con TEL receptivo no difieran significativamente de los niños
con TEL expresivo sostiene la hipótesis de que estos niños tienen el
mismo déficit perceptivo que puede ser un tanto más marcado en niños
con problemas receptivos. Por otra parte, se considera que la MMN
representa un correlato electrofisiológico de la memoria sensorial, por
lo que los niños con TEL sufrirían un déficit a este nivel temprano de
procesamiento y por tanto, los déficits de atención y de memoria a
corto plazo, no podrían explicar por sí solos el menor rendimiento en
tareas de discriminación conductual que presentan estos niños. Este
déficit en la memoria sensorial en niños con TEL, sin embargo parece
estar restringido a cierto tipo de estímulos verbales como las sílabas.
En general, los niños con TEL muestran un peor rendimiento en las
tareas de discriminación conductual. La correlación entre el
rendimiento conductual y el procesamiento automático en este estudio es
baja, tal y como reveló la MMN; ninguno de los coeficientes
de correlación alcanzó el nivel de significación. La baja
correspondencia hallada en este estudio sugiere que el rendimiento
conductual probablemente estaría afectado además de por la habilidad
discriminativa por otros factores como la memoria de trabajo o los
procesos ejecutivos. Otros estudios como los de Kujala y col
registraron la MMN en niños con TEL utilizando estímulos no verbales
(tonos) y encontraron que los niños con TEL tenían dificultad para
discriminar tonos cuando éstos se presentaban de forma rápida, ya que
la amplitud de la MMN era inferior en los TEL que en los controles.
En resúmen, la discrepancia de los hallazgos obtenidos hasta el momento
actual, tanto en estudios morfológicos, funcionales como
electrofisiológicos en los Trastornos Específicos del Lenguaje, pone en
evidencia la necesidad de utilizar métodos de estudio que nos
permitan identificar anormalidades neurobiológicas a nivel individual,
más que promediar resultados a través de grupos. La inconsistencia de
los resultados obtenidos hasta ahora puede ser en parte explicada por
las diferencias de edad, inteligencia y severidad del daño de las
distintas muestras de TEL empleadas en las diferentes investigaciones
realizadas.
Ha sido una cuestión controvertida durante los últimos años, saber si
el TEL se trata de un déficit específico del habla o de un déficit del
procesamiento auditivo general. Los experimentos mediante PECs podrían
ayudar a resolver la controversia de si los niños con TEL experimentan
un déficit en el procesamiento auditivo general o un déficit específico
del habla. Así mismo, podemos preguntarnos si este déficit se debe a
una alteración en el almacenamiento de la información sensorial o si se
debe a problemas a niveles superiores de procesamiento. Como hemos
visto los estudios electrofisiológicos mediante los Potenciales
Evocados Cognitivos pueden ser un método útil para evaluar la
percepción auditiva y del lenguaje en niños con TEL a diferentes
niveles de procesamiento. Nuevas investigaciones deberían centrarse en
estos déficits de procesamiento con más detalle, por ejemplo para
esclarecer si están restringidos a estímulos verbales o si se refieren
además a estímulos no-verbales con rápidos cambios de frecuencias. Se
han puesto de manifiesto déficits procesamiento de tonos puros y
vocales en las personas con TEL, presentando alteraciones de los
componentes N1 y P2 de los potenciales cognitivos, lo que
podría sugerir que muchas personas con TEL son menos capaces de
detectar o cambiar su atención en función de cambios en el entorno
auditivo.
Por otra parte, para poder obtener información clara y reveladora sobre
las bases neurofisiológicas subyacentes en los TEL, necesitamos poder
evaluar personas con diferentes rangos de edad y con características de
lenguaje hablado normal mediante PECs auditivos para producir datos
normativos por grupos de edad.
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