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Son quistes o cavidades llenas de líquido cefalorraquideo (LCR) que se encuentran dentro de la aracnoides. La aracnoides es la capa adyacente e interior a la duramadre. Por el espacio subaracnoideo circula el LCR.
Este quiste se considera una alteración anatomofisiológica y no una patología. Puede encontrarse como hallazgo casual hasta en un 0,5% de neuroimágenes realizadas, ⅔ son supratentoriales y ⅓ infratentoriales.

En ocasiones es difícil valorar si tienen que ver con el síntoma que indujo el estudio con la neuroimagen.

Clínicamente, los quistes aracnoideos son estructuras asintomáticas identificadas en la TAC o en la RM craneal. Suelen existir desde el primer año de vida, pero se van haciendo grandes o al menos lo suficientemente grandes como para detectarlos, durante la adolescencia.
Los quistes más grandes pueden producir compresión de las estructuras adyacentes o aumento de presión intracraneal.

Los síntomas neurológicos que indican focalidad varían con la localización del quiste, siendo los más frecuentes la hemiparesia y las convulsiones cuando el quiste está en la zona supratentorial (zona frontal por ejemplo), y la ataxia cuando es infratentorial (en zona cerebelar) . Un quiste aracnoideo que comprima la zona parietal durante mucho tiempo desde la infancia podría afectar al desarrollo de ambos miembros al otro lado del quiste.
En el caso de que haya un aumento de la presión intracraneal, ésta puede ser debida al tamaño del quiste, que sí es grande puede apretar las estructuras de su entorno por el efecto masa o por hidrocefalia.

La clínica que pueden ocasionar estos quistes son macrocefalia (cabeza de gran tamaño, con perímetro cefálico por encima del percentil 97%), cefaleas (dolor de cabeza, irritabilidad ), y cambios de conducta sin motivo aparente.

Tras una exhaustiva anamnesis donde una clínica que implique síntomas, como cambios de conducta no explicados, cefalea de inicio anterior a los 5 años, o de aparición temprana, exploración clínica que implique focalidad neurológica, o convulsiones de tipo parcial o secundariamente generalizada, especialmente si hay un trazado electroencefalográfico (EEG) compatible, se debe orientar todo ello a la realización de estudios de neuroimagen (RMN craneal), que faciliten el diagnóstico. Actualmente se emplea la neuroimagen en los niños que presentan cefalea, trastornos del aprendizaje o de conducta y trastornos epilépticos especialmente si el trazado EEG nos indica algún tipo de focalidad. En algunos de estos estudios se observarán quistes aracnoideos, pero la causalidad del quiste en relación a los síntomas sólo se considerará si el quiste es grande y en una localización compatible.

Como tratamiento en el caso de que el quiste sea compresivo se realizaría un drenaje del quiste, con escisión (superficiales), o con derivación peritoneal (profundos).

Equipo del INVANEP

 

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