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                     Novedades en la web: 
                       28-02-2007 
Completados todos los resumenes y añadida información del libro.  
                       30-01-2007 
Añadidos nuevos resumenes de las conferencias. 
                       23-01-2007 
                         Publicación del programa completo, saludo y sistema de inscripción vía web.  | 
                    
                   
                  
                    
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                       CONTINUUM SINDRÓMICO ENTRE LOS TRASTORNOS DEL LENGUAJE Y LA EPILEPSIA DEL DESARROLLO 
                          Palacio de Congresos de Valencia | 
                      
                     
                       | Jueves, 1 de Marzo  | 
                       16.25h | 
                       Ponente: José Antonio Muñoz Yunta | 
                      
                    
                   
                   Autor 
                   Dr. José Antonio Muñoz Yunta 
                     Director del Centro de Neuropsicobiología.  Jefe de la Unidad de Neuropediatría del Hospital del Mar. Profesor Asociado de  Pediatría. Universidad Autónoma. Barcelona. 
                   Papel de la Epilepsia en la Ontogenesis del  Lenguaje 
                   El tercer nivel de conducta en el  proceso de ontogénesis cerebral en el niño es el nivel comunicativo, el cual se  establece a través de la empatía y la actividad expresiva, principalmente el  lenguaje, mediante el cual, el niño es capaz de informar al medio que le rodea  lo que siente, quiere y piensa. Para ello se activan circuitos corticales de  proyección y asociación frontoorbital, en conexión con las áreas perisilvianas. 
                   La adquisición del lenguaje es  una etapa trascendental en el proceso de la ontogenia cerebral. Hacía los seis  meses de vida postnatal empieza ha manifestarse en el niño la capacidad para  coordinar su atención con un interlocutor social con respecto a un objeto o un  acontecimiento, esta capacidad denominada atención conjunta es uno de los  constructos esenciales para que el niño pueda desarrollar algún tipo de  comunicación social. El desarrollo de la atención conjunta constituye una  condición previa fundamental de una parte importante de la adquisición temprana  del lenguaje y la atención conjunta parece ser un predictor fiable de la  habilidad lingüística concurrente.  
                   El lenguaje se construye mediante  un programa genético al interaccionar con los primeros sonidos recibidos del  medio ambiente y modularse mediante el condicionamiento operante. Su proyección  constructiva se realiza cronológicamente, siguiendo de forma rigurosa los  niveles de conducta madurativos (reactivo, propositivo y comunicativo) mediante  la mímica, el gesto y las fonías. 
                   El lenguaje puede dejar de adquirirse durante el proceso  de maduración cuando dicho proceso es interferido por mecanismos estructurales  lesionales, así como por alteraciones funcionales de membrana celular en el  mismo momento del desarrollo. El lenguaje también puede interferirse mediante  procesos diferidos genéticos, como sucede en la dispraxia autosómica dominante  y la epilepsia rolándica. 
                   En los últimos veinte años, los  estudiosos de los trastornos del desarrollo han puesto en tela de juicio la  cuestión de si la epilepsia puede tener un papel importante en la  fisiopatogenia, o ser la causa de algunos trastornos del desarrollo. El hecho  actualmente aceptado que la epilepsia puede manifestarse principalmente en la  vertiente cognitiva y conductual desde edades muy tempranas y en muchas  ocasiones sin crisis epilépticas visibles clínicamente, ha propiciado el mayor  estudio para intentar hallar evidencias de epilepsia subclínica en niños con  trastornos del desarrollo, en especial en los que presentan una historia de  estancamiento, regresión o fluctuación del desarrollo. 
                   La epilepsia también está ligada  a los trastornos del lenguaje, ya que ciertos síndromes o trastornos  epilépticos pueden manifestar entre otros síntomas alteraciones del lenguaje.  La epilepsia puede actuar en distintos momentos en la adquisición del  lenguaje.  Durante el proceso de  adquisición del lenguaje, el efecto de la epilepsia clínica o subclínica, puede  causar la no adquisición  y desarrollo  del lenguaje así como una regresión del mismo. Cuando el lenguaje ya se ha  adquirido cronológicamente, determinados síndromes o trastornos epilépticos  causan deterioro o retraso del lenguaje, incluso  su pérdida momentánea o prolongada. 
                   En la clínica neuropediátrica  existe un continuum de patología  epiléptica relacionada con el lenguaje que incluye la epilepsia parcial benigna  con puntas centrotemporales o epilepsia de paroxismos rolándicos, epilepsia  parcial benigna con paroxismos occipitales, la epilepsia parcial benigna atípica  de la infancia, la epilepsia con punta onda continua durante el sueño, el  síndrome de Landau Kleffner, los trastornos específicos del lenguaje y el  propio autismo. 
                   Epilepsia Parcial Benigna con Puntas Centrotemporales o Epilepsia de Paroxismos Rolándicos  
                   Es la más característica y  frecuente de las epilepsias del niño. La edad de inicio es entre el año y los  14 años, con predominio masculino. El pronóstico es bueno y suelen curarse  durante la pubertad.  
                   La manifestaciones clínicas de la  epilepsia parcial benigna con puntas centrotemporales son crisis parciales que  consisten en síntomas hemifaciales sensorio-motoras unilaterales,  manifestaciones bucofaringolaringeas, anartria e hiperventilación. 
                   La anartria ocurre en más del 40%  de los pacientes con epilepsia parcial benigna con puntas centrotemporales. El  niño no puede articular e intenta comunicarse mediante gestos. Sólo emite  escasos sonidos con la laringe, sin poder pronunciar palabras. 
                   Epilepsia Occipital Benigna de la Infancia de Inicio Precoz (Síndrome de  Panayiotopoulos) 
                   Es un síndrome frecuente, puede  afectar al 2-3 % de la población infantil, siendo el segundo síndrome más  frecuente dentro de las epilepsias benignas de la infancia, después de las  rolándicas. 
                    La edad de inicio se sitúa entre  el año y los 14 años, afecta ambos sexos por igual.
                     Es un síndrome idiopático de la  infancia caracterizado por crisis parciales y síntomas autonómicos  principalmente eméticos, a menudo con desviación unilateral de los ojos.  
                   Las crisis son parciales breves o  prolongadas, típicamente nocturnas, con desviación tónica ocular y vómitos, que  se pueden prolongar con una crisis hemiconvulsiva o una crisis tónicoclónica  generalizada. 
                    Las triada emética clásica  (nausea, arcada y vómito) culmina en vómito en el 74% de las crisis. Otros  síntomas autonómicos que pueden aparecen durante la crisis son palidez y con  menos frecuencia rubor o cianosis y midriasis. En un 20% de las crisis el niño  puede presentar ausencia de respuesta a estímulos externos y quedarse flácido  (síncope ictal). 
                   La manifestación en el lenguaje  es evidente en el 8% de los pacientes los cuales sufren un paro del habla.  
                   En el electroencefalograma (EEG)  se detectan puntas de gran amplitud multifocales y complejos de ondas lentas.  Están implicadas todas las regiones cerebrales aunque existe  predominancia occipital. La actividad de base  es normal, aunque en el 20% de los pacientes existe actividad lenta difusa o  localizada.  
                     El EEG ictal muestra actividad  rítmica theta o delta intercalada con puntas de bajo voltaje. Son de inicio  unilateral, generalmente posterior aunque también puede ser anterior. 
                     El pronóstico es bueno, las  crisis tienden a desaparecer al cabo de 1 -   2 años después de su inicio. 
                   Epilepsia Parcial Infantil Benigna Atípica 
                   Es un síndrome asociado a crisis  parciales y generalizadas. El inicio de las crisis es entre los 2 y los 6 años  de edad.  
                     Las crisis se separan durante la  evolución en dos periodos, el período inicial o basal y los períodos malos. 
                     Las crisis iniciales suelen ser  parciales, similares a las de la epilepsia parcial benigna de la infancia con  paroxismos rolándicos, y / o crisis tónico-clónicas generalizadas. Estas  crisis  predominan durante el sueño,  aunque pueden aparecer en vigilia. 
                     Después de un intervalo de tiempo  variable (semanas o meses), aparecen otros tipos de crisis, tales como crisis  mioclónico-atónicas, crisis tónico-clónicas generalizadas y ausencias de corta  duración. Las crisis atónicas son las más características, pueden afectar a la  musculatura axial y las extremidades inferiores, provocando caídas, también  pueden ocasionar caídas cefálicas. Estas crisis se manifiestan en períodos de  varias semanas de duración (periodos malos), y están separadas por intervalos  sin crisis de semanas o meses. No existen crisis tónicas. 
                     El desarrollo cognitivo es normal  antes del inicio de las crisis y a lo largo de la evolución, aunque durante los  periodos malos puede darse un enlentecimiento de las funciones cerebrales del  aprendizaje y la conducta, sobretodo con aparición de hiperactividad y  regresión del lenguaje. 
                   El trazado EEG de vigilia se  caracteriza por paroxismos de puntas y punta-onda sobre las regiones centrales,  con proyección contralateral. Durante el adormecimiento y el sueño NREM, el EEG  muestra un patrón de punta-onda continua durante el sueño (POCS) semejante al  que caracteriza a la epilepsia con punta-onda continua durante el sueño lento  (EPOCS). Esta actividad está más presente durante los períodos malos y mejora o  desaparece en los periodos asintomáticos, aunque esta correlación no se cumple  siempre.  
                     El pronóstico es favorable a lo  largo de la evolución, desapareciendo las crisis generalmente después de los 9  años y normalizándose los trazados electroencefalográficos. 
                   Epilepsia con Punta Onda Continua Durante el Sueño Lento 
                   La edad de inicio es entre el año  y los 10 años. 
                     Es un síndrome infantil  relacionado con la edad y se caracteriza por la tríada: EEG con punta-onda  continua durante el sueño lento, crisis y deterioro neuropsicológico.  
                   Las puntas ondas continuas  durante el sueño lento son un prerrequisito para el diagnóstico de este  síndrome. Aproximadamente el 50% de los pacientes con EPOCS presentan  antecedentes patológicos pre o perinatales, convulsiones neonatales, retraso  psicomotor o retraso del lenguaje. 
                   El curso evolutivo de la EPOCS se desarrolla en tres  etapas. El primer estadio, anterior a la detección de la punta onda continua  durante el sueño, se manifiesta con crisis esporádicas, parciales o  generalizadas, principalmente nocturnas, a menudo status epilépticos  hemi-clónicos y EEG con descargas focales y generalizadas bisincrónicas. 
                   El segundo estadio, tiene lugar  generalmente al 1-2 años después de la primera crisis. Existe un incremento de  la frecuencia de las crisis y  síntomas  neuropsicológicos manifestados por un estancamiento o regresión de las  funciones adquiridas. Este estadio se caracteriza por la presencia de una  actividad de punta onda continua que ocupa por lo menos el 85% del trazado  registrado durante el sueño lento. Las crisis pueden complicarse con otros  tipos de crisis como ausencias típicas y atípicas, ausencias mioclónicas,  status de ausencia, crisis atónicas o clónicas, crisis bucofaciales y crisis  tónico-clónicas generalizadas. Por consenso general las crisis tónicas no  pueden ocurrir en ningún estadio y son probablemente incompatibles con el  diagnóstico de EPOCS. 
                     La mayoría de niños con EPOCS  sufren un deterioro neuropsicológico complejo y severo, principalmente de las  funciones relacionadas con el lenguaje. 
                   El tercer estadio, después de un  periodo de tiempo de meses a 2-7 años, el trastorno empieza a mejorar, las  habilidades intelectuales mejoran, las crisis remiten y el EEG gradualmente se  va normalizando. Pueden quedar como secuelas, ciertas deficiencias cognitivas. 
                   La EPOCS es un síndrome que es  definido por su registro EEG característico, el diagnóstico se confirma  mediante el registro EEG durante el sueño, constituido principalmente por  puntas-ondas sin polipuntas o actividad episódica rápida, las cuales excluyen  del diagnóstico. La actividad de base es lenta (1,5-2Hz), aunque en ocasiones  puede ser más rápida (3-4Hz). 
                   Síndrome de Landau-Kleffner 
                   Es un trastorno funcional  infantil caracterizado por una agnosia verbal auditiva adquirida y otros  déficits lingüísticos que generalmente se acompañan de otras alteraciones  neuropsicológicas-conductuales.  
                   La edad de inicio es antes de los  6 años de edad. Predominancia en niños, el doble que en niñas. 
                     Todos los niños sufren  alteraciones lingüísticas, el 75% de ellos también tienen epilepsia. 
                   El primer síntoma es por lo  general una agnosia verbal auditiva. Los niños con síndrome de Landau-Kleffner  (SLK) llegan a ser incapaces de atribuir un valor semántico a señales  acústicas, de modo que pueden parecer niños sordos o autistas.  
                     El inicio puede ser progresivo o  por pasos (tartamudeo) y gradualmente empeora y afecta a otras funciones  lingüísticas con deterioro del lenguaje expresivo, parafasias,  estereotipias  y errores fonológicos.  
                     Los niños se expresan  telegráficamente o con frases muy simples y en algunos casos pueden desarrollar  afasia fluente o jerga. Finalmente, el niño puede llegar al mutismo. 
                   Los trastornos lingüísticos se  acompañan de problemas cognitivos y conductuales  en más del 75% de los pacientes con SLK. La  hiperactividad y el déficit de atención son los más comunes. 
                   El 75% de los pacientes tienen  crisis clínicas, éstas son infrecuentes y de buen pronóstico, tienen lugar  principalmente entre los 5 y 10 años. 
                     Las crisis son nocturnas, poco  frecuentes y responden bien a tratamiento, remitiendo antes de los 13-15 años.  La frecuencia y severidad de las crisis no están determinadas por la severidad  de las alteraciones en el electroencefalograma o la severidad de los problemas  lingüísticos y conductuales. 
                   Las crisis son heterogenias,  especialmente crisis tónico-clónicas generalizadas y crisis parciales motoras.  Las crisis parciales complejas de origen en el lóbulo temporal son raras y las  crisis tónicas son probablemente incompatibles con el síndrome de Landau  Kleffner. 
                   El trazado EEG se caracteriza por  foco temporal posterior de puntas y ondas lenta, a menudo son multifocales y  bisincrónicas, marcadamente favorecidas por el sueño lento. El estudio de  neuroimagen estructural es normal pero el estudio funcional revela alteraciones  en el lóbulo temporal. 
                   Las crisis y las alteraciones en  el EEG son completamente edad-dependientes y suelen remitir a los 15 años de  edad. 
                     Los trastornos lingüísticos y  conductuales mejoran gradualmente a la misma edad que desaparece la actividad  epileptiforme en el EEG, aunque el 10-20% pueden conseguir la normalización  completa, en el resto pueden quedar secuelas permanentes, en algunos casos muy  severas. 
                   Existe el consenso que cuando más  precoz es el inicio del síndrome de Landau-Kleffner está relacionado con un  peor pronóstico en lo que se refiere a la recuperación del lenguaje. 
                   Los síndromes descritos anteriormente son síndrome  epilépticos con unas características clínicas y electroencefalográficas  definidas y específicas que debutan en la infancia. De todas ellas cabría  destacar tres aspectos comunes en dichos síndromes: en primer lugar la mayoría  presenta un patrón electroencefalográfico de punta y punta onda de localización  centrotemporal , temporal y posterior   que pueden ser unilateral o bilateral; en segundo lugar todos tienen  como denominador común su relación con el sueño, durante el cual la actividad  bioeléctrica patológica se intensifica y en tercer lugar todos provocan un  trastorno en el lenguaje cuando éste ya se ha adquirido. Una vez el niño ya ha  adquirido el lenguaje en su edad cronológica correspondiente el efecto nocivo  de la actividad epileptiforme en determinadas regiones cerebrales desencadena  un deterioro, una regresión del lenguaje   o una agnosia verbal auditiva. En la mayoría de estos síndromes tienen  buen pronóstico y con un tratamiento antiepiléptico adecuado, revierten tanto  la actividad bioeléctrica patológica como el trastorno del lenguaje, un  síndrome de pronóstico más complicado respecto al trastorno del lenguaje es el  síndrome de Landau –Kleffner. 
                   Existen otro grupo de patologías en las cuales el lenguaje  no se ha adquirido durante el proceso madurativo, es el caso del autismo y del  trastorno específico del lenguaje. En estos trastornos también existe la  presencia de actividad epileptiforme en el registro electroencefalográfico,  especialmente en región perisilviana, temporal y frontal, su efecto nocivo, a  diferencia del grupo anterior, causaría la no adquisición del lenguaje.  
                   Autismo 
                   Existe un incremento de la  incidencia de epilepsia clínica y / o actividad epileptiforme en el EEG  en los niños con trastornos generalizados del  desarrollo y trastornos del espectro autista. Los estudios realizados en los  últimos años han reportando el papel significativo de la actividad  epileptiforme y las crisis subclínicas en la fisiopatogenia del autismo. 
   La asociación de epilepsia y autismo puede  estimarse en un porcentaje que puede variar entre el 7 y 42%. En el autismo,  las crisis epilépticas  pueden debutar a  cualquier edad, aunque existen dos picos de máxima frecuencia, uno en la  primera infancia y otro en la adolescencia. 
                     Puede darse cualquier tipo de  crisis epiléptica, siendo las más frecuentes las crisis parciales complejas,  los espasmos infantiles (síndrome de West), crisis mioclónicas, ausencias  atípicas, crisis atónicas y crisis tónico-clónicas generalizadas. 
                   En los trastornos del espectro  autista se han reportado alteraciones epileptiformes en el EEG  entre el 10.3 y 72.4 % de los pacientes y  alteraciones subclínicas en el 6.1-31%. La localización de la actividad  epileptiforme es en áreas temporales (30%), áreas centrales (28%), áreas  frontales (23%) y áreas occipitales (8%). 
                   El análisis de los efectos de las  descargas epileptiformes durante procesos críticos de la ontogénesis cerebral y  su relación con la localización de las lesiones epilépticas  es determinante para el desarrollo de las  funciones cognitivas superiores. Determinadas áreas cerebrales maduran cronológicamente  antes que otras siguiendo un programa genéticamente determinado, si este  proceso madurativo es interferido por un fenómeno epileptógeno, la  consolidación de las funciones cognitivas emergentes queda truncada, provocando  la no adquisición de dichas funciones, entre las que se encuentra el lenguaje. 
                     Las descargas epileptiformes  pueden darse sin que el paciente manifieste ningún tipo de crisis epiléptica  clínica, pero comprometiendo de igual modo el proceso madurativo. 
                   Los trabajos con  magnetoencefalografía ponen de manifiesto la alta prevalencia de actividad  epileptiforme subclínica en el autismo (82%, 92%). Esta actividad epileptiforme  se localiza principalmente en el área perisilviana, también en región temporal  e ínsula. La actividad epileptiforme en el área perisilviana es más predominante  en el hemisferio izquierdo, hecho que explicaría la falta de adquisición de los  aspectos madurativos cognitivos, comunicativos y del lenguaje. 
                   Entre un 10 y 15 % de los niños  autistas sufren un proceso regresivo de la conducta adquirida después de un  periodo inicial de desarrollo madurativo normal. Esta regresión comprende las  habilidades lingüísticas, la sociabilización y el juego. En estos casos debe  considerarse en papel directo de la epilepsia en la sintomatología autística. 
                     
                   Trastorno Específico del Lenguaje 
                   Cada vez más estudios apoyan la  relación entre el trastorno específico del lenguaje (TEL) y las descargas  epileptiformes. Los niños con TEL muestran una frecuencia significativamente  elevada de anomalías paroxísticas uni o bilaterales  en el EEG sin estar asociadas necesariamente  a crisis epilépticas clínicas. Durante el sueño también se detectan descargas  generalizadas que pueden llegar a constituir estado de punta onda continua  durante el sueño lento. Estudios con  magnetoencefalografía muestran un patrón característico que consiste en brotes  de puntas y puntas-ondas en ambas regiones frontales , con ubicación de dipolos  predominantemente en región temporal-media y en hemisferio izquierdo.  
                   Los trastornos del espectro  autista y el trastorno específico del lenguaje constituyen dos entidades que  manifiestan un trastorno en la adquisición del lenguaje durante el proceso de  maduración cerebral, en el cual la actividad epileptiforme podría actuar de  noxa. 
                   Conclusión 
                   Existe una gran expresividad clínica de los trastornos del  lenguaje y la epilepsia durante el proceso de desarrollo que probablemente  tiene un correlato con la expresividad genética, ambas vertientes clínica y  genética se expresan como un continuo que iría desde la epilepsia parcial  benigna con puntas centrotemporales o epilepsia de paroxismos rolándicos,  pasando por la epilepsia parcial benigna con paroxismos occipitales, la  epilepsia parcial benigna atípica de la infancia, la epilepsia con punta onda  continua durante el sueño lento, el síndrome de Landau Kleffner, el trastornos  del lenguaje expresivo y expresivo-receptivo y el propio autismo. 
                     Todos estos síndromes están mediados por paroxismos  epilépticos o epileptiformes y expresión clínica diferente. El complejo  punta-onda continua o discontinua, en sueño o en vigilia puede provocar una  desorganización del software del lenguaje. Esta hipótesis ha sido reforzada por  los trabajos realizados mediante neuroimagen con técnicas de fusión y  magnetoencefalografía. Se abren pues, para los estudiosos del lenguaje, tres  ventanas importantes en las cuales seguir investigando: la genética, la  neuroimagen funcional y la clínica neurolingüística.  
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