BASES GENÉTICAS DE LOS TRASTORNOS DEL NEURODESARROLLO
Artigas-Pallares J a, Guitart M b, Gabau E c.
La idea de que el cerebro es una estructura sumamente compleja en constante desarrollo es esencial para comprender la conducta, no solo del género humano, sino la de todas las especies superiores. Sin embargo, el aspecto evolutivo de los trastornos – apenas cuestionado en los ámbitos científicos – no queda plasmado en las clasificaciones actuales de los trastornos mentales, basadas exclusivamente en agrupaciones estadísticas de aspectos fenomenológicos.
Al margen de la contundente acometida procedente de la genética; la versión actual del DSM IV, ha evidenciado fuertes incongruencias inherentes al propio modelo. Por un lado el carácter categórico atribuido a los trastornos mentales; y por otro, la elevadísima comorbilidad que detectada . La implementación del paradigma ha generado falsas dicotomías – enfermo / sano, autista / no autista – que no se ajustan a la fenomenología de la naturaleza. Partiendo de la premisa de la incongruencia del modelo actual, esta revisión tiene como objetivo analizar los avances genéticos recientes, los cuales permiten intuir los primeros pasos hacia un cambio radical en el modelo.
La nueva genética permite avanzar hacia un nuevo modelo donde encaja muy bien el carácter a la vez dimensional y categórico para un mismo trastorno. Así lo puede atestiguar la concurrencia en determinado fenotipo de variantes genéticas raras, de gran tamaño, de alta penetrancia y con elevada magnitud de efecto; junto a variantes frecuentes y de efecto aditivo. Los primeros serian responsables de la tendencia categórica del trastorno y la segunda del aspecto dimensional. El extremo categórico son los trastornos de herencia mendeliana, mientras que el extremo del modelo dimensional sería el vinculado al efecto aditivo de muchos variantes con baja magnitud de efecto.
Igualmente la comorbilidad, tal como se ha contemplado hasta el presente, se ve desbordada por la genética. Ya no se pretende hallar un – o unos – genes específicos y determinantes para cada trastorno, puesto que emerge fuertemente la evidencia de que distintos trastornos comparten genes, mecanismos moleculares, aspectos cognitivos y, obviamente, síntomas clínicos. En consecuencia la comorbilidad no es más que un artefacto, implícito en el modelo categórico, donde se han adoptado unos límites y separación entre los trastornos que carece de correlato en la naturaleza. La nueva genética abre las puertas a una nueva nosología que incuestionablemente deberá quedar reflejada en las nuevas clasificaciones de las enfermedades mentales.