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La hidrocefalia es la acumulación de líquido dentro de las cavidades (ventrículos) profundas del cerebro. El exceso de líquido aumenta el tamaño de los ventrículos y ejerce presión sobre el cerebro.

El contenido craneal consta del encéfalo o tejido encefálico que está recubierto por líquido cefalorraquídeo (LCR). En su interior también hay una colección hídrica central del líquido cefalorraquídeo (LCR) recubierta por una membrana. Situada en el centro  y comunicada con  dos ventrículos laterales. Este sistema hidraúlico, dividido en ventrículos (III, IV, laterales, acueducto, canal central), dispone de unas zonas que generan el líquido cefalorraquídeo (LCR), (plexos coroideos), más anteriores y que mantienen una presión intracraneal constante en valores normales, que son de 3-7 mmHg en niños y <10-15 mmHg en adultos.

El líquido cefalorraquídeo (LCR) se moviliza en dirección caudal de forma que si hubiese cualquier obstrucción se incrementa la presión de las zonas anteriores,  provocando un aumento del líquido cefalorraquídeo y del volumen de los ventrículos, situación llamada hidrocefalia. Por encima de la cifra de 20 mmHg se considera Hipertensión intracraneal (HIC).
Los síntomas que nos orientan a una posible HIC, son los vómitos, especialmente si son matutinos, y en escopetazo; la cefalea de toda la cabeza, y la disminución de la consciencia,  que puede interpretarse como una somnolencia anómala, fuera de lugar y de tiempo. Esta última puede pasar por un deterioro progresivo de la atención y en casos de HIC crónica de la zona frontal, como en la estenosis del acueducto de Silvio, si es intermitente, puede llegar a dar síntomas compatibles con un TDAH, pero habrá que estar atento a los síntomas,  porque en estos casos habrán cefaleas, que pueden acompañar otros síntomas neurológicos de deterioro como pérdida de la capacidad para abrochar los botones,  y otros síntomas motores y/o de coordinación motora cuyo síntoma principal de alarma será la flojedad de piernas que podría indicar una exacerbación o incremento de la HIC a límites peligrosos,  quizás indicativos de tratamiento quirúrgico.

La exploración física es imprescindible para detectar síntomas que nos orienten a este diagnóstico.  Se requiere una exploración del fondo de ojo para ver la papila. En el caso de exacerbación aguda se suele borrar la nitidez de la papila. Pero en los casos de HIC crónica no siempre ocurre este dato exploratorio y en este caso nos tendremos que orientar únicamente por la clínica.

La exploración complementaria principal en el caso de sospecha de HIC, es la neuroimagen,  especialmente la RMN craneal. En esta exploración se puede ver el tamaño y la forma del sistema ventricular,  también si hay desplazamientos de la línea media y/o tejido encefálico presionado. Por su inocuidad y facilidad de realización también es conveniente realizar previamente un Electroencefalograma (EEG), donde los datos de sospecha son poco específicos pero relevantes.

El motivo y causalidad de este problema es muy variado, e incluyen traumatismos,  tumores,  anomalías del desarrollo, etc. El tratamiento dependerá de la causa y algunas veces es quirúrgico.

Equipo Invanep

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