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A la consulta de neuropediatría muchas veces acuden pacientes con varios diagnósticos  que se han acumulado debido a los problemas  ocurridos en el ámbito escolar. Los más frecuentes suelen ser dislexia, dificultades en la lectoescritura y lateralidad cruzada,  así como trastornos en la motilidad ocular. A veces coexisten con el diagnóstico de Trastorno por Déficit Atención aunque no se le pone tratamiento porque se considera que no explicaría los problemas del alumno.

Los neuropediatras hemos aprendido a valorar la relevancia de estos diagnósticos para poder llegar a un diagnóstico que nos permita dar un tratamiento que sea realmente eficaz y que mejore el neurodesarrollo del paciente.

Primero, hay que comentar el punto de vista que actualmente hay sobre el problema atencional.
El TDAH hoy en día se sabe que es un trastorno del neurodesarrollo en el que hay un problema de disfunción de los neurotransmisores dopamina y noradrenalina. No es por tanto un problema de salud mental o funcional, y su origen no se encuentra en las circunstancias ambientales que pueda estar pasando el paciente, aunque éstas sí pueden modular el proceso como en cualquier otro trastorno o enfermedad. Esto es importante saberlo porque tanto los padres como los psicólogos muchas veces piensan que el niño está bien y no tiene un problema psiquiátrico, y ésto, les aparta del verdadero diagnóstico.
Y consecuentemente el tratamiento más eficaz es el médico más el psicoterápico/psicopedagógico, y hay que pensar en él como con el paracetamol cuando se tiene fiebre, ya que lo que se intenta es normalizar al paciente y no crearle un nuevo estado mental.

Los diagnósticos de dislexia y dificultad en la lectoescritura, son diagnósticos asociados a la capacidad de leer y escribir y no explican otros problemas que pueda tener el paciente en cuanto a organizarse, realizar los deberes con poca ayuda, y otros.
En cuanto a la lateralidad cruzada, salvo que el paciente  haya tenido una lesión cerebral seria, no debería afectarle tampoco, más que para ser un poco más lento en leer o escribir, pero tampoco debe afectarle en su organización, ni en su atención en general. Lo mismo ocurre con las dificultades de la motilidad ocular. Éstas pueden afectar a los estímulos visuales, pero no a los auditivos, ni a la organización ni a la atención en general que no sea puramente visual.

Con ésta objetividad se puede indagar en los síntomas del paciente y si además de los diagnósticos ya valorados y comentados, al pasar los test diagnósticos del TDAH, éstos son positivos, tener en cuenta que este trastorno sí explica problemas diferentes a los de la escritura y la lectura y que afectan a la conducta, organización y necesidad de ayuda para el trabajo organizado.

En cualquier caso el especialista en el TDAH, especialmente el Neuropediatra es el que debe valorar todos los datos, tanto médicos, como psicométricos y objetivamente dar el diagnóstico más certero.

El equipo del INVANEP

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