Es una pregunta frecuente en la consulta de Neurología y Neuropediatría. En entradas anteriores se ha hecho referencia a la distinción entre migrañas y cefaleas tensionales. En la migraña el dolor suele afectar a un lado de la cabeza, alrededor del ojo o en las sienes, y suele ser pulsátil (es decir, como un latido). Se trata de un dolor que empeora con la actividad física, (aunque un estilo de vida activo y actividad moderada puede ayudar a prevenirlo); dura entre horas y días, y puede acompañarse de náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz o el ruido.
La migraña supone una disminución del umbral de la sensibilidad al dolor, es decir, se siente dolor más fácilmente, y se sabe que tiene un componente hereditario. Existen una serie de factores que pueden desencadenar una crisis de migraña, no tanto por el estímulo en sí, como por la situación interna del paciente. Así, no siempre estos factores van a producir dolor en una misma persona, y del mismo modo no son los mismos factores por igual los que afectan a todas las personas que sufren migraña. Algunos de estos factores resultan muy intuitivos, o se han escuchado muchas veces, (seguro que ha oído hablar a estos pacientes de los cambios atmosféricos, el viento y ciertos tipos de luminosidad), algunos ni siquiera son controlables, pero otros pueden resultar interesantes si usted sufre de migrañas:
El estrés es el principal factor desencadenante señalado por los pacientes con migraña. Sin embargo, no suele ser habitual que el dolor comience con el pico de estrés, sino más bien cuando anticipamos un estrés próximo, (por ejemplo si esperamos que mañana sea un día de trabajo especialmente difícil), o bien en la fase de descenso después de un estrés marcado de varios días (la “migraña del fin de semana”). Los niños no están libres de estrés: las dificultades del aprendizaje, los contratiempos y frustraciones en la actividad escolar y las dificultades socioemocionales pueden ser un predisponente habitual en un niño difícil de detectar.
Algunos factores hormonales se postulan también como posibles desencadenantes de dolor por migraña: se sabe por ejemplo que los descensos bruscos y fluctuaciones de los niveles de estrógenos en mujeres se asocia a un empeoramiento de los síntomas de dolor, (por ejemplo, en la menstruación, en torno a la menopausia, o al interrumpir la toma de anticonceptivos orales). En el caso de una adolescente con predisposición a la migraña es importante tener en cuenta si le afectan estos factores y desarrollar estrategias de afrontamiento del dolor.
En la alimentación puede haber también algún factor influyente: por descontado, el ayuno favorece cefaleas muy intensas hasta en el 25% de los niños y el 40% de los adultos. Aunque se habla mucho de determinados elementos dietéticos y enzimas intestinales que pueden influir. Las dietas específicas no suelen dar resultados tan eficaces como cabría esperar. Lo que sí se sabe con certeza es que el consumo de alcohol, el ayuno prolongado y la deshidratación son factores claramente asociados a la aparición de dolor. Se sabe que muchos niños dejan comida en el plato, que se saltan a veces la merienda o el desayuno, o ponen problemas con determinados alimentos, lo que termina agotando la paciencia de los padres. Estas situaciones no suelen conllevar ayuno extremo, pero conllevan una mala alimentación y un factor de estrés importante, por lo que con niños con predisposición a las cefaleas tendremos especial cuidado en estas situaciones. Otro factor que puede provocar que un niño no coma suficiente es la influencia de determinados fármacos que producen falta de apetito, por lo que cabría consultar con el especialista para saber cómo actuar ante ese fármaco.
Tan importante como la alimentación es el sueño, y en este caso tanto el dormir en exceso como la falta de sueño han demostrado que pueden empeorar los episodios de dolor. En niños con trastornos del neurodesarrollo se han descrito prevalencias elevadas de alteraciones del sueño, por lo que en estos niños cabría vigilar sus rutinas de sueño-vigilia y consultar ante cualquier sospecha de trastornos en el sueño, puesto que podrían influir tanto en la evolución del trastorno de neurodesarrollo, como en su crecimiento, sus cefaleas y su carácter.
El diseño terapéutico para las cefaleas en general y las migrañas en particular incluye por tanto la educación de los pacientes, adultos y niños, dirigida a evitar en lo posible la influencia de los factores explicados.