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El sistema nervioso en la edad temprana y preescolar se encuentra en plena maduración, inmerso en procesos intensos de crecimiento y diferenciación de las estructuras de la corteza. Es conocido que el cerebro del niño tiene una elevada plasticidad cerebral lo que le permite adaptarse fácilmente a las condiciones cambiantes del medio.
Todas las regiones del cerebro tienen su origen en la etapa prenatal y las funciones que desempeñan se fortalecen a partir de las conexiones que se establecen entre las células nerviosas.

La estructura que se forma más tardíamente es la corteza cerebral, que, aunque empieza a desarrollarse en la octava semana de gestación, su proceso de maduración es gradual y continúa después del nacimiento. Es la responsable de las habilidades más refinadas en el ser humano, se ocupa del funcionamiento cognitivo y posee un enorme número de células nerviosas interconectadas.

Principales funciones de los lóbulos cerebrales:

  • Frontales: pensamiento, planeamiento, decisión, juicio, creatividad, resolución de problemas, comportamiento, valores, hábitos. Es altamente ejecutivo.
  • Parietales: información sensorial como tacto, olor, gusto, presión, temperatura, datos espaciales, verbales y físicos.
  • Temporales: audición, intensidad del sonido, tono, lenguaje, memoria y emociones
  • Occipitales: información visual, la atención, percepciones, inteligencia, creatividad, memoria y las emociones.

Se ha reportado que las influencias del medio exterior tienen la capacidad de modificar las conexiones de los circuitos cerebrales determinados genéticamente, por lo que se ha considerado que el medio ambiente es un adaptador evolutivo.

La particularidad esencial del sistema nervioso en el niño es la capacidad de conservar las huellas de los procesos que ocurren en él, por lo que es preciso repetir los estímulos hasta formar un reflejo condicionado. Otras propiedades que tienen particular interés en el niño pequeño son la fuerza (basada en la capacidad de trabajo de las neuronas para soportar actividades prolongadas o la acción de estímulos fuertes), la movilidad (paso de un proceso de excitación a uno de inhibición o a la inversa), y el equilibrio (estabilidad de los procesos de excitación e inhibición).

Estas peculiaridades en el niño determinan una elevada extenuación funcional de las células nerviosas, una baja estabilidad de la atención y una excitación protectora que se desarrolla rápidamente y se manifiesta en forma de inquietud motora y distracción durante las actividades. Habitualmente las manifestaciones observadas ante perturbaciones de la actividad nerviosa superior son: inquietud, alteraciones del sueño, cambios en los hábitos y control de esfínter, automatismos viciosos, trastorno del habla, alteraciones del estado de ánimo, difícil concentración y torpeza motora.

Las funciones psíquicas superiores entre las que se encuentran el razonamiento, el habla, la memoria, la imaginación y las emociones están relacionadas con el desarrollo del cerebro, por lo que el proceso de enseñanza debe considerar los índices fisiológicos del grado de desarrollo y madurez alcanzados por este. El desarrollo del lenguaje tiene particular interés en la edad temprana y preescolar, en estudios de investigación han concluido que del tamaño del cerebro será la capacidad del lenguaje.

El lenguaje tiene tres funciones principales: la denominativa, la comunicativa y la reguladora. El habla es un indicador importante del desarrollo integral del niño y está igualmente condicionado por la influencia de diversos factores (genéticos y ambientales). y se ha considerado como un buen predictor del éxito escolar.

El sistema nervioso en la edad temprana se encuentra en plena maduración (procesos intensos de crecimiento y diferenciación de las estructuras de la corteza). En estas circunstancias el funcionamiento activo de los analizadores favorece el desarrollo del niño, potenciado por la diversidad de estímulos internos y externos a que está sometido y que muchas veces se manifiesta por nuevas formas de conducta. Al madurar la estructura y el funcionamiento cerebral, las funciones ejecutivas (que implican el desarrollo de una serie de capacidades cognitivas) permitirán al niño recibir información y actuar en función de ésta, autorregulando la conducta, actuando de forma reflexiva y no impulsiva.

Cabe destacar que si bien los factores extrínsecos como el ambiente social, el modo y condiciones de vida y la educación sean determinados dentro de la concepción del desarrollo humano, no queda excluido la importancia y necesidad del conocimiento del sustrato material orgánico y fisiológico del organismo infantil.

El equipo del INVANEP

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