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El TDAH es un trastorno con una variabilidad amplia en su etiología o causalidad, que lo hacen muy frecuente en la población. Sin embargo la etiología más frecuente o principal es la variabilidad genética, no entendida como lesión o enfermedad sino como disfunción que empobrece la funcionalidad de unas determinadas vías de neurotransmisores (dopamina y noradrenalina). Esta disfunción de neurotransmisores provoca un neurodesarrollo peculiar ya que influye en la elección de los estímulos como importantes y no importantes, y también en la regulación (aumento o disminución), de la conectividad de los estímulos según su catalogación por importancia, con el resto del cerebro, alterando la formación de la memoria de trabajo, la reflexión y la conducta.


A pesar de esta gran variabilidad etiológica, el proceso patogénico es similar y los resultados en la alteración de la normalidad son predecibles, lo cuál hace posible un acercamiento al diagnóstico mediante la cuantificación de los síntomas mediante test específicos (como la valoración DSM 5, y el ADHD-RS). La falta de sustentación objetiva mediante estos tipos de diagnóstico y la falta de la valoración diferencial sobre posibles etiologías pediátricas que aunque menos frecuentes no menos relevantes, sugiere que hay que realizar una valoración pediátrica y neuropediátrica, y además, apoyarse de valoraciones objetivas para el diagnóstico y la valoración evolutiva, como son el cociente theta/beta (que valora el decalage de inmadurez de las zonas atencionales presentes en los pacientes con TDAH), y los potenciales P300 auditivos (valoración correcta del procesamiento de los estímulos percibidos, alte-rado en los pacientes TDAH).

También es conveniente una valoración psicométrica de las funciones ejecutivas, que resultan alteradas por el defecto de la vía adrenérgica más prevalente, dopaminérgica o noradrenérgica (diferente en su base, ya que la dopamina regula la conectividad del estímulo no relevante, disminuyendo la conectividad, mientras que la noradrenalina regula el estímulo relevante aumentando la conectividad). La consecuencia de aumentar la conectividad en lugar de disminuirla implicaría una complementariedad en los resultados obtenidos, como beneficios añadidos en un tipo de paciente menos favorecido en la cognición y/o en la comunicación. Esto último es de importancia ya que no solo estamos tratando un problema de base sino que estamos tratando también con ello las consecuencias de esa disfunción y de las circunstancias añadidas en cada paciente, como procesos comórbidos que ocurren de forma paralela y/o como consecuencia del proceso basal presente durante el neurodesarrollo.

Debido a lo complejo que esto puede resultar parece inadecuado someter a todos los pacientes al mismo protocolo sencillo e invariable que predomina en la actualidad, que consiste en la obtención de un cuestionario-test específico y un tratamiento estimulante y si no va bien cambiarlo por otro. Esta simplificación y la falta de dedicación del tiempo suficiente al diagnóstico y a la valoración evolutiva es lo que puede fallar en el tratamiento del paciente TDAH. Por otra parte, una adecuada dedicación al paciente TDAH, con sus comorbilidades, por un profesional adecuado, con una valoración neuropediátrica, los test específicos, las pruebas objetivas comentadas, y un estudio neuropsicológico de las funciones ejecutivas, puede ayudar a un mejor conocimiento de las necesidades reales del paciente y de los mecanismos disfuncionales implícitos para administrar un tratamiento mejor orientado y eficaz.


EQUIPO DEL INVANEP

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